Cuenta la leyenda que las tierras de dos familias amigas fueron separadas durante la construcción de la gran muralla. Una de las familias se llamaba Chiang y la otra Meng.

Ambas familias plantaron a cada lado de la muralla una planta trepadora de zapallo. Cuando la planta creciera, treparían hasta la cima y allí se reunirían. De esta unión nació un zapallo enorme y ambas familias se disputaron el preciado fruto. En la discusión acordaron partir el zapallo por la mitad y cada familia se quedaría con una de las partes.

Al partir el zapallo vieron que en su interior había una niña preciosa, entonces decidieron llamarla Meng Chiang y criarla conjuntamente.

Esto ocurrió cuando Shih Huang Ti, de la dinastía Chhin decidió construir una gran muralla en la frontera norte para evitar los ataques enemigos. Pero cuando completaron una sección de la pared, esta se desplomó.

Un sabio le aconsejó al emperador inmolar a un ser humano por cada milla de construcción de una muralla de diez mil millas. El emperador siguió su consejo pero los habitantes estaban aterrorizados ya que la demanda de víctimas crecía a la misma velocidad que avanzaba la construcción de la pared.

Otro sabio, viendo que el pueblo estaba atemorizado, sugirió al emperador conseguir un hombre llamado Wan para el sacrificio, ya que la palabra Wan significaba diez mil.

El emperador entusiasmado, mandó a sus soldados en busca de Wan, pero Wan, cuando se enteró que iba a convertirse en la próxima víctima, escapó y se escondió en el jardín de la familia de la hermosa Meng Chiang.

Esa noche, la joven Meng Chiang quiso bañarse desnuda en la piscina bajo la luz de la luna. Mientras estaba disfrutando de su baño dijo: “Si algún hombre me viera ahora, mientras estoy desnuda, yo sería feliz de pertenecerle para siempre”. Wan, que estaba escondido sobre un árbol, no pudo resistir el encanto de la joven Meng Chiang y respondió: “Yo te he visto”.

Así fue como Meng Chiang y Wan se casaron. Pero mientras transcurría la fiesta de bodas, se presentaron los soldados del emperador y apresaron a Wan, dejando a la novia bañada en lágrimas y el matrimonio sin consumarse.

Wang luego de ser apresado fue lapidado entre los bloques dela gran pared.

Meng Chiang, en honor a s esposo, decidió hacer un largo viaje a la muralla en busca de los restos de su marido. Había recorrido muchos kilómetros y no sabía por donde comenzar a buscar, entonces se recostó contra la pared y desanimada comenzó a llorar. La muralla se apiadó de ella y colapsó dejando ante sus ojos los huesos de Wan, su marido.

Cuando el emperador supo de la intensa búsqueda de Meng Chiang, quiso conocerla. Y, cuando la vio quedó tan prendado de su belleza que le ofreció ser su emperatriz.

Meng Chiang sabía que no podía rehusar semejante ofrecimiento y aceptó pero bajo tres condiciones: Un funeral de cuarenta y nueve días en honor a su marido. El emperador y sus funcionarios debían estar presentes en los funerales y la construcción de un altar de cuarenta nueve pies de alto a orillas del río para que ella hiciera ofrendas a su marido muerto.

Si se cumplían esas condiciones, entonces ella se casaría con el emperador.

Chhin Shih Huang Ti consintió el pedido sin tardanza.

Cuando todos los requisitos se cumplieron, entonces, Meng Chiang, trepó hasta lo alto del altar, y en presencia del emperador, lo denigró ante su corte con un duro discurso por su maldad y crueldad para con su pueblo y luego se arrojó al vacío desde lo alto del altar hacia las barrancas del río, muriendo al instante.

El emperador, en su furia, ordenó a los soldados recoger el cuerpo de Meng Chiang, cortarlo en pedazos y destruir sus huesos hasta pulverizarlos.

Al hacer esto, los pequeños pedazos de Meng Chiang se convirtieron en peces platinados de colores en los que el alma de la hermosa Meng Chiang continúa viviendo.

por Mirta Fernandez