En un principio, los antiguos habitantes de Egipto creían que los espíritus protegían plantas, animales o cosas. Por este motivo para resguardarse del enojo de estos espíritus, comenzaron a ofrecerles sacrificios.

Con el correr del tiempo algunos de estos espíritus quedaron con esa condición y otros fueron elevados a la categoría de dioses.

Egipto ocupaba un territorio muy grande y estaba dividido en 42 provincias y en la ciudad Capital de cada una de ellas se rendía culto a una de los grandes dioses. Le construían templos cuidados por sacerdotes que custodiaban a su dios. Cada una de esas provincias pensaba que su dios era el único todopoderoso.

Cuando una comunidad era absorbida por otra, la más importante hacía que su dios predominara sobre el otro. Así, cuando la ciudad de Tebas se convirtió en la Capital de todo Egipto, su dios Amón obtuvo el lugar más importante, reemplazando a los dioses locales de las otras ciudades.

Muchas veces, los sacerdotes agrupaban a varios dioses en un mismo templo como si fueran una familia de padre, madre e hijo o hija.

por Mirta Fernandez