El Popol Vuh está dividido en tres partes

Primera parte

En la Primera parte de este Libro sagrado de los mayas entre otras leyendas encontramos el relato de la creación

Segunda parte

Este texto es una adaptación del texto original para facilitar la comprensión de la leyenda.

Narra la lucha entre el bien y el mal. Hay condimentos mágicos y originales que conviertena este libro sagrado de los Mayas en una verdadera obra literaria.

Capítulo I

Ixpiyacoc se casó con Ixmucane y tuvieron dos hijos varones: Hun- Hunahpu y Vucub-Hunapu. Vucub- Hunapu permaneció soltero y no tuvo hijos.

En cambio, su hermano Hun Hunapu se casó con Ixbaquiyalo y a su vez tuvieron dos hijos también varones: Hunbatz y Hunchouen.

Los hermanos Hun Hunapu y Vucub Hunapu se llevaban muy bien. Les gustaba jugar a los dados y con los hijos de Hun Hunapu jugaban por equipos al juego de pelota. La pelota era de caucho y los jugadores utilizaban muchos ornamentos y protecciones.

Vivían felices y contentos todos en la misma casa, abuelos, hijos y nietos, hasta que un día muere Ixbaquiyalo y los niños Hunbatz y Hunchouen quedan bajo el cuidado de su abuela paterna, Ixpiyacoc.

Un día estaban jugando en el camino de Xibalbá.

Se llamaba Xibalbá al mundo subterráneo o al infierno. Los señores que habitaban ese mundo eran todos malvados. Demonios amigos de la sangre, las desgracias y la muerte.

Ese día los señores de Xibalbá se sintieron molestos al escuchar los ruidos que los hermanos hacían mientras jugaban a la pelota. Furiosos, se reunieron en consejo para decidir como castigarlos. Esos señores además de querer castigarlos, como eran muy envidiosos, deseaban quedarse con los hermosos ornamentos que los hermanos utilizaban para el juego: las máscaras, los escudos, los guantes, las coronas y las pecheras de cuero que usaban para protegerse del golpe de la pelota y la famosa pelota de caucho.

Capítulo II

El consejo de los señores de Xibalbá decidió mandar sus cuatro búhos emisarios con este mensaje: Dicen los señores que vayan a Xibalbá a jugar a la pelota con ellos para distraerse. Y que traigan todos sus elementos y ornamentos de juego.

Los hermanos se sorprendieron ante el pedido y vieron que no podían hacer otra cosa más que acompañar a los búhos mensajeros a Xibalbá.

Se despidieron de su madre y antes de partir escondieron la pelota de caucho en un hueco que había en el techo de la casa.

Hun Hunapu llamó a sus dos hijos y les dijo: Nos han mandado llamar los Señores de Xibalbá. Ustedes ocúpense de tocar la flauta y cantar. De pintar y esculpir. Deben también mantener caliente la casa y el corazón de su abuela.

Luego de despedirse, se fueron siguiendo a los búhos hasta el camino de Xibalbá donde los esperaban varios peligros. Primero bajaron hacia las profundidades de la tierra por unas escaleras muy empinadas hasta llegar a la orilla de un río que corría entre barrancos, pero lo atravesaron sin dificultad.

Luego debían cruzar otro río que corría entre jícaros espinosos, pero también lo cruzaron sin lastimase.

Mas tarde los esperaba un río de sangre, pero lo atravesaron sin beber de sus aguas.

Hasta que llegaron a un cruce de cuatro caminos de cuatro colores: Uno rojo, otro negro, otro blanco y otro amarillo. Los hermanos no sabían cual camino debían tomar, pero el camino negro les habló así: --Yo soy el camino del Señor de Xibalbá. Entonces los hermanos decidieron seguir ese camino hasta que llegaron a Xibalbá donde estaba reunido el Consejo de los Señores. Los señores habían colocado muñecos de palo en su lugar, por esta razón, cuando los hermanos los saludaron con respeto al llegar, ninguno respondió.

Los verdaderos señores, estaban escondidos y se reían de los hermanos.

Luego se acercaron los señores Hub-Camé y Vicub-Camé para decirles:-Por fin llegaron. Para mañana preparen todos sus ornamentos de juego y luego los invitaron a sentarse sobre un banco de piedra ardiente y los hermanos se quemaron al sentarse. Los señores se divertían viendo sufrir a los hermanos. Más tarde les dijeron: -Vayan a descansar en la casa oscura. Allí dentro no se veía nada. Al entrar les dieron un cigarro y una raja de ocate encendida para que los alumbrara advirtiéndoles que debían devolverlos sin consumir al amanecer. O sea que debían devolverlos enteros.

Pero el ocate se consumió y el cigarro también.

Por la mañana Hub-Camé y Vicub-Camé les preguntaron: ¿Dónde está el cigarro y dónde la raja de ocate?

Los hermanos respondieron: -Se consumieron por la noche.

-Ah Este es el fin de sus días. Deben morir- respondieron los señores.

Mataron a los hermanos y antes de enterrarlos juntos, le cortaron la cabeza a Hun-Hunahpu y ordenaron a sus sirvientes colocarla entre el follaje de un árbol sembrado en Puchal-Cha.

Cuando los sirvientes colocaron la cabeza de Hun-Hunapu en el árbol, este fructificó al instante provocando la admiración de todos los señores de Xibalbá.

La cabeza no se diferenciaba de los otros frutos del árbol sino que parecía un fruto más.

Los señores sorprendidos ordenaron: Que nadie tome una fruta de este árbol, ni la coma ni se siente debajo. El árbol se llamaba jícaro.

Capítulo III

Es la historia de una doncella llamada Ixquic, hija de uno de los señores de Xibalbá llamado Cuchamaquic.

Ixquic, se quedó admirada al escuchar de boca de su padre la historia de los frutos del famoso árbol.

Tan admirada estaba que pensó que sus frutos debían ser muy sabrosos y a continuación se dirigió al sembrado de Puchal- Cha.

Cuando vio los frutos tuvo deseos de comerlos pero una cabeza que estaba entre los frutos le habó diciendo: - ¿Qué quieres? Los objetos que cuelgan del árbol no son frutos, son cabezas, ¿Todavía los deseas comer?

Ixquic, respondió que si.

Entonces Hum-Hunapú le pidió que extendiera su mano derecha hacia él, y cuando lo hizo, la cabeza escupió saliva sobre su mano.

Luego Hun-Hunapu le dijo: En mi saliva te he dado mi descendencia. Ahora puedes subir a la superficie de la tierra y te prometo que no morirás.

Ixquic concibió al instante dos hijos que se llamarán Hunahpu e Ixbalanqué.

Cuando estaba en su sexto mes el padre advirtió que estaba embarazada y la presionó para que dijera el nombre de aquel que la había deshonrado pero Ixquic respondió que no conocía a ningún hombre.

Ante su negativa, el padre llamó a los búhos mensajeros y les dio un cuchillo para que la sacrificaran y una jícara para que colocaran el corazón de Ixquic y se lo trajeran.

Ixquic convenció a los búhos de que no debían sacrificarla pero ellos debían llevar su corazón en la jícara.

Ixquic les hizo recoger el producto de un árbol que cayó en la jícara y pronto se convirtió en una bola roja resplandeciente que tomó la forma de corazón hecho con la savia de aquél árbol semejante a la sangre.

Los búhos se dirigieron con la jícara a Xibalbá donde los señores los estaban esperando. Tomaron el corazón y lo arrojaron al fuego, donde se deleitaron con el aroma de la sangre.

Luego los búhos se dirigieron a la superficie de la tierra para servir a la doncella.

Con su engaño, Ixquic venció a los señores de Xibalbá.

Capítulo IV

Ixquic se dirigió a la casa de la madre de Hun-Hunapu, su suegra.

Al llegar se presentó como su nuera, pero su suegra la echó acusándola de intrusa porque sabía que sus hijos estaban muertos.

Ixquic le dio todas las explicaciones y a regañadientes terminó por aceptarla y la envió al campo con una bolsa a cosechar maíz.

Al llegar al campo que llamaban milpa Ixquic vio que solo había una planta. Se angustió al ver que no podría llenar la bolsa y en su desesperación invocó al dios de la comida para que la ayudase.

De la planta solo tomó las barbas y los pelos rojos de las mazorcas, pero sin cortar las mazorcas de maíz.

Regresó a la casa y los animales del campo la ayudaron a cargar la bolsa llena de maíz.

La anciana suegra le preguntó de donde había obtenido esa cantidad de maíz, ya que sabía que solo había una planta.

-De la milpa- respondió Ixquic

La anciana salió corriendo al campo y comprobó que la única planta seguía en su lugar.

Cuando regresó a la casa la llamó y le dijo:- Ixquic, esta bolsa de maíz es la prueba de que tu eres verdaderamente mi nuera y tus hijos serán sabios.

Capítulo V

Ixquic dio a luz a sus hijos Hunapú e Ixbalanqué en medio del campo. Cuando llevó a los pequeños a la casa de su suegra, como no se dormían, la abuela pidió que los llevaran afuera. Los colocaron sobre un hormiguero y luego sobre espinas, pero los pequeños seguían vivos.

Sus medio hermanos Humbatz y Hunchouén sentían odio y envidia de sus hermanos y deseaban su muerte. Estos se dedicaban a tocar la flauta y el tambor todo el día.

Así fue que Hunapú e Ixbalanqué crecieron en el campo ocupándose de tirar a los pájaros con la cerbatana para procurarse el alimento. Pero cuando le llevaban los pájaros a su abuela para cocinarlos, esta les daba de comer los restos que quedaban después de alimentar a Humbatz y a Hunchouén. Era evidente que su abuela tampoco los quería.

Un día llegaron a la casa sin pájaros y la abuela los retó. Ellos se excusaron diciendo que los pájaros habían quedado enganchados en las ramas y como el árbol era muy alto ellos no podían treparlo y pidieron que sus hermanos los ayudaran a bajarlos.

Al día siguiente partieron los cuatro hacia el bosque donde estaba el árbol lleno de pájaros.

Humbatz y Hunchouén treparon por el tronco hacia las ramas, pero mágicamente el árbol comenzó a crecer repentinamente y no pudieron bajar. Cuando pidieron ayuda a Hunapú e Ixbalanqué, estos le dijeron que se ataran los calzones a la cintura dejando largas las puntas. Ellos hicieron esto, pero inmediatamente se transformaron en monos y se internaron en el bosque saltando de rama en rama.

Cuando regresaron a la casa y le contaron a su abuela lo sucedido ella pensó que les habían echo algún daño y temió no volver a ver a sus nietos.

Hunapú e Ixbalanqué le prometieron que los volvería a ver e inmediatamente comenzaron a tocar la flauta y el tambor.

El sonido de la música atrajo a Humbatz y Hunchouén al patio de la casa donde comenzaron a danzar y a hacer muecas con aspecto de mono y la abuela se lanzó a reir a carcajadas.

Humbatz y Hunchouén, convertidos en animales se internaron en el bosque y nunca más volvieron.

Ese fue el castigo por haber maltratado a sus hermanos menores.

Capítulo VI

Hunapú e Ixbalanqué fueron a trabajar al campo para quitar malezas y yuyos,y derribar árboles para preparar el terreno para el cultivo.

Llegaron hasta el lugar de la siembra, pero por arte de magia, el hacha y la azada hacían el trabajo por si solas.

Mientras tanto ellos se dedicaron a tirar con la cerbatana, su deporte favorito. Para disimular se ensuciaron con tierra la cara y las manos para que su familia creyera que ellos habían realizado el trabajo.

Al día siguiente cuando volvieron al campo a continuar el trabajo, vieron que el campo estaba como en un principio. Los yuyos habían vuelto a crecer y no se imaginaban como podía haber ocurrido esto. Sospecharon que algo había ocurrido durante lanoche y se escondieron para investigar que estaba pasando.

Así vieron que los animales del campo, le ordenaban a los yuyos, a los árboles y arbustos volver a crecer.

Hunapú e Ixbalanqué trataron de atrapar a los animales pero ellos se escurrieron fácilmente. Finalmente pudieron atrapar a un ratón que les habló diciendo: -Esto ocurre porque ustedes no deben dedicarse a labrar el campo. –Deben saber que su abuela esconde en su casa los instrumentos del juego de pelota: el anillo, los guantes y la pelota de caucho. Ella no quiere dárselos porque por su causa murieron sus hijos.

Con el ratón volvieron a la casa y mediante engaños lograron distraer a su madre y a su abuela pidiéndoles que fuera a buscar agua al río. Pero como antes, los muy pícaros, perforaron el cántaro, las mujeres no terminaban nunca de llenarlo.

Mientras tanto el ratóncito les mostró el sitio donde estaban escondidos los instrumentos para jugar a la pelota.

Cuando los recuperaron, los escondieron cerca del camino en un lugar secreto y luego corrieron a buscar a las mujeres que todavía estaban a orillas del río tratando de llenar el cántaro.

Capítulo VII

Hunapú e Ixbalanqué se fueron muy contentos a jugar a la pelota en el mismo patio que solían jugar sus padres.

Los Señores de Xibalbá no tardaron en escuchar los ruidos de los jugadores mandaron a sus emisarios a darles un mensaje: Dicen los señores de Xibalbá que desean jugar con ustedes a la pelota dentro de siete días. Traigan la pelota y los ornamentos de juego.

Cuando los emisarios llegaron a la casa solo estaba la abuela y a ella le transmitieron el mensaje: Dicen los señores de Xibalbá que desean jugar con ustedes a la pelota dentro de siete días. Traigan la pelota y los ornamentos de juego. La anciana prometió que en siete días sus nietos estarían allí, pero se quedó triste y afligida porque sabía como habían muerto sus hijos.

Mientras pensaba como iba a hacer para darles el mensaje a sus nietos ya que el patio estaba lejos de la casa y ella apenas podía caminar, un piojo cayó sobre su espalda. La anciana tomó al piojo entre sus manos y le dijo: -¿Te gustaría ir a llevarle un mensaje a mis nietos?. Debes decirle: Dicen los señores de Xibalbá que desean jugar con ustedes a la pelota dentro de siete días. Traigan la pelota y los ornamentos de juego.

El piojo se fue caminando y en el camino se encontró con un sapo que le preguntó: - ¿Adonde vas?. El piojo le respondió: Debo darle un mensaje a los muchachos que juegan a la pelota. El sapo le dijo: Tardarás mucho en llegar, permite que te trague y llegaremos más rápido. El piojo dejó que el sapo lo tragara y siguió caminando pero no muy rápido.

Pronto lo vio una culebra y le preguntó: -¿Adonde vas?. -Tengo un mensaje en mi vientre para los muchachos- respondió el sapo. No veo que vayas muy rápido-dijo la culebra y acercándose, tragó al sapo y siguió el camino.

La culebra caminaba a gran velocidad, pero la vio un gavilán, que la tragó de un solo bocado y se fue volando hasta el muro del patio donde jugaban los muchachos y allí comenzó a dar chillidos.

Hunapú e Ixbalanqué al ver al gavilán tomaron sus cerbatanas y lo hirieron en un ojo. Cuando cayó herido los hermanos le preguntaron que hacía en ese lugar y el gavilán les dijo que traía un mensaje en el vientre para ellos, pero se los daría si lo curaban. Los muchachos curaron al gavilán y este vomitó a la culebra, que a su vez vomitó al sapo.

Cuando le preguntaron cual era el mensaje al sapo este no podía vomitar, pero vieron que tenía baba en la boca. Entonces, hurgaron en la boca y encontraron al piojo entre sus dientes.

Habla- le dijeron los hermanos al piojo. El piojo dijo entonces: Traigo un mensaje de su abuela de parte de Hum Cané y Vicum Cané: Dicen los señores de Xibalbá que desean jugar con ustedes a la pelota dentro de siete días. Traigan la pelota y los ornamentos de juego.

Hunapú e Ixbalanqué fueron a despedirse de su abuela, pero antes sembraron en el patio de la casa dos cañas. Luego le dijeron: - Abuela, si estas cañas se secan, será la señal de que hemos muerto. Pero si retoñan sabrás que estamos vivos.

Capítulo VIII

Hunapú e Ixbalanqué marcharon a hacia Xibalbá cada uno con su cerbatana.

Bajaron escaleras, atravesaron ríos y barrancos. Pasaron entre pájaros y luego por un rio de podredumbre y otro de sangre, pero nada malo les ocurrió porque no los tocaron sino que se ayudaron con sus cerbatanas para atravesarlos.

Llegaron a una encrucijada de cuatro caminos. El negro, el blanco, el rojo y el verde. Tomaron a un mosquito y lo lanzaron por el camino negro con la siguiente orden: Debes picar al primer hombre que encuentres y luego debes picar a todos uno por uno.

El mosquito partió por el camino negro hasta que llegó a Xibalbá. Picó al primer hombre, pero no se quejó porque era de madera. Luego picó al siguiente, que tampoco se quejó porque también era de madera. Cuando picó al tercero, Hum-Cané , este pegó un grito y el señor que estaba a su lado le preguntó: ¿Qué sucede? ¿Por qué gritas, Hum-Camé? Luego el mosquito picó al siguiente y el señor que estaba sentado al lado revelaba su nombre sucesivamentes. Así fue como el mosquito se enteró de todos los nombres de los señores: Hum- Camé, Vucub-Camé, Xiquiripat, Cuchumaquic, Ahalpuh, Ahalcaná, Chamiabac, Chamiaholom, Quicxic, Patán, Quicré y Quicrixcac.

Dice la leyenda que en realidad no era un mosquito, sino un pelo de la pierna de Hunahpú el que los picó para escuchar el nombre de los señores de Xibalbá.

Hunahpú e Ixbalanque, en posesión de esta información continuaron por el camino negro hasta Xibalbá donde se encontraron con los señores sentados.

Uno de ellos le dijo a los hermanos: -Vamos, saluden a los señores -señalando a los hombres de madera.

Los hermanos respondieron:- Estos no son señores, sino muñecos de palo y luego se dirigieron a los señores saludándolos uno por uno por su nombre.

Los señores se quedaron sorprendidos, ya que ellos jamás revelaban sus nombres. Luego invitaron a los muchachos a sentarse sobre una piedra pero ellos respondieron: Esto no es un asiento, es una piedra ardiente- no se sentaron.

Más tarde los señores los enviaron a pasar a la casa oscura, y entraron sin inconvenientes.

Capítulo IX

La casa oscura era la próxima prueba que debían sortear los hermanos Hunahpú e Ixbalanqué.

Antes de entrar a la casa oscura les dieron unas rajas de pino encendidas y un cigarro a cada uno con la advertencia de que debían permanecer encendidos hasta la mañana siguiente. Los hermanos no dejaron las rajas encendidas .En su lugar colocaron plumas rojas. Tampoco fumaron los cigarros, sino que colocaron luciérnagas en sus puntas. Por la mañana, los señores de Xibalbá vieron con sorpresa que tanto las rajas como los cigarros estaban intactos y se preguntaban como podría ocurrir eso.

Los señores, invitaron a los hermanos a jugar a la pelota. Luego de discutir acerca de con cual pelota jugarían, decidieron que lo harían con la pelota de los señores.

Apenas comenzó el juego, la pelota comenzó a rebotar sola hasta insertarse en el anillo de Hunahpú. Al advertir la trampa, los hermanos amenazaron con retirarse o usar su propia pelota. Los señores aceptaron y los hermanos pronto insertaron la pelota en el anillo de Xibalbá. Ahí se dio por concluido el juego.

Los señores estaban furiosos ya que deseaban aniquilar a los hermanos.

La próxima prueba fue atravesar la casa de las navajas. Al ingresar, los hermanos le hablaron a las navajas diciendo:- Si no nos hacen daño, tendrán a todos los animales. Y las navajas se mantuvieron quietas.

Los señores estaban sorprendidos de que los hermanos seguían vivos y les propusieron otra prueba: esta vez debían llenar cuatro jícaras enormes (Jarrones) con flores para la mañana siguiente. Al mismo tiempo, los señores reordenaron a los cuidadores del campo que si veían a los hermanos cortando flores debían matarlos. Los cuidadores velaron toda la noche en espera de los hermanos.

Hunahpú e Ixbalanqué no fueron al campo a buscar las flores. En su lugar hablaron con las hormigas para que hicieran el trabajo por ellos. Las hormigas hicieron el trabajo sin que los cuidadores lo advirtieran y por la mañana las cuatro jícaras rebosaban de flores. Los señores se enfurecieron y castigaron con la muerte a los cuidadores del campo.

Capítulo X

La próxima prueba que debieron sortear los hermanos Hunahpú e Ixbalanqué era pasar la noche en la casa del frío. La casa estaba abarrotada de granizo y era imposible sobrevivir a tan baja temperatura, pero los jóvenes prendieron fuego a unos viejos troncos y salieron sanos y salvos.

Los señores no podían creer que los muchachos estuvieran vivos y les ordenaron otra prueba: Entrar a la casa de los tigres. Los hermanos entraron a la casa y le hablaron a los tigres diciendo: -No nos muerdan, coman estos huesos. Los tigres se dirigieron hacia los huesos y no les hicieron ni un rasguño a los muchachos.

Los señores seguían confundidos al verlos vivos y ordenaron otra prueba: Entrar a la casa de fuego.

Los hermanos entraron a la casa pero las llamas no los tocaron.

Esta vez los señores habían preparado otra prueba: debían pasar la noche en la casa de camazotz o de los murciélagos.

Los hermanos se introdujeron dentro de sus cerbatanas para pasar la noche sin ser lastimados por los murciélagos. Estos animales tienen una punta afilada que produce cortes como si fuera una guadaña.

Temprano en la mañana Hunahpú se asomó para ver si ya era de día y un murciélago le cortó la cabeza. Ixbalanqué le preguntaba a su hermano si ya había amanecido pero este no respondía porque lo había decapitado el murciélago.

Ixbalanqué reconoció que los señores de Xibalbá lo habían vencido.

Los señores estaban felices por la mala suerte de Hunahpú y corrieron a colgar la cabeza sobre el anillo del juego de pelota.

Capítulo XI Ixbalanqué convocó por la noche a todos los animales, grandes y pequeños.

Cuando llegó la tortuga, se colocó en el extremo del cuerpo muerto de Hunapú y tomó la forma de su cabeza.

Vinieron los sabios del cielo y entre todos le hicieron la cara y hasta pudo hablar. Comenzando al amanecer su existencia.

Pero, para que Hunahpú pudiera revivir debían colocar su verdadera cabeza sobre el cuerpo, que ahora estaba sobre el juego de pelota.

Ixbalanqué le dijo a un conejo que se escondiera en un encinal y cuando le arrojara la pelota saliera corriendo. El conejo hizo lo que Ixbalanqué le ordenó.

Pronto llegaron los señores de Xibalbá para jugar a la pelota. Se reían pensando que habían triunfado sobre los hermanos.

Cuando los señores de Xibalbá arrojaron la pelota, Ixbalanqué le salió al encuentro y rebotando la lanzó hacia el encinal. Cuando el conejo salió corriendo, los señores corrieron detrás de él.

Allí aprovechó Ixbalanque la distracción de los señores para bajar la cabeza de Hunahpú, colocarla en su cuerpo y reemplazar la cabeza verdadera por la tortuga. Cuando los señores de Xibalbá volvieron al juego no podían creer lo que veían: estaban los dos hermanos en el campo de juego.

Luego Ixbalanqué le arrojó la pelota a la cabeza de tortuga y esta cayó en mil pedazos delante de los señores.

Capítulo XII

Hunahpú e Ixbalanqué llamaron a los sabios Zulú y Pacam y les dijeron:- Pronto los señores de Xibalbá los convocaran para preguntarles como hemos de morir porque hasta ahora no lograron matarnos. Tenemos el presentimiento de que utilizaran la hoguera para matarnos. Pero la verdad es que no moriremos.

Les diremos lo que deben responder cuando les pregunten que hay que hacer con nuestros huesos. Ustedes responderán “Deben moler bien los huesos, como si fuera harina de maíz y luego deben arrojarlos al río”.

Pronto los señores prepararon la hoguera y mandaron llamar a los hermanos. Los muchachos, sin ningún temor estiraron los brazos y se precipitaron a la hoguera.

Los señores mandaron llamar a los sabios Zulú y Pacam para preguntarles que debían hacer con sus huesos. Los sabios respondieron: Deben triturarlos como si fuera harina de maíz y luego arrojarlos al río.

Los señores hicieron como le indicaron los sabios, pero cuando los restos tocaron el fondo del río, se convirtieron en dos hermosos muchachos y cuando se manifestaron nuevamente tenían el mismo cuerpo y el mismo rostro que Hunahpú e Ixbalanqué.

Capítulo XIII

Al quinto día los hermanos volvieron a aparecer. Bailaban, cantaban y hacían prodigios como incendiar una casa y luego volvía estar intacta o matarse uno al otro para luego resucitarse sin un rasguño.

Todo esto lo hacían para la gente del pueblo.

Pronto la noticia de estos muchachos llegó a oídos de los señores de Xibalbá y ellos mandaron a sus mensajeros a buscarlos para ver de que se trataba.

Hunahpú e Ixbalanqué vestían pobremente con harapos y cuando los mensajeros llegaron ellos les respondieron que no querían ir porque les daba vergüenza su vestimenta.

Los mensajeros insistieron y finalmente aceptaron. Al llegar a Xibalbá, los hermanos se humillaron ante los señores y les hicieron reverencias.

Los señores les preguntaron: - ¿De dónde vienen? ¿Quiénes son sus padres?

Los hermanos respondieron que no lo sabían ya que sus padres habían muerto antes de que ellos nacieran.

Los señores les pidieron que bailaran y cantaran y más tarde quisieron ver los prodigios que hacían.

Primero les pidieron que incendiaran una casa y luego la restituyeran sin daño alguno y así los hicieron. Luego les pidieron que despedazaran a un perro y luego lo resucitaran y así lo hicieron.

Más tarde despidieron que mataran aun hombre y lo resucitaran. Los hermanos escogieron a un hombre, lo mataron, le arrancaron el corazón y luego lo resucitaron.

Los señores estaban asombrados de ver esos prodigios.

Luego les pidieron que se sacrificaran uno a otro y luego resucitaran. Hunahpú fue sacrificado por Ixbalanqué, le arrancó el corazón y separó cada uno de sus miembros. Y luego lo resucitó.

Hum-Cané y Vucub-Camé, los más malvados de todos los señores les dijeron:- ¡Sacrifíquennos!- querían ver que se sentía en carne propia.

Los hermanos comenzaron sacrificando a Hum- Camé y luego siguieron con Vucub-Camé, pero no los resucitaron.

El resto de los señores y sus vasallos muertos de espanto escaparon a esconderse cerca de un barranco, pero llegaron las hormigas y los desalojaron.

Estos señores volvieron ante Hunahpú e Ixbalanqué humillados y afligidos rogaron por su vida.

Así fue como los señores de Xibalbá fueron vencidos por Hunahpú e Ixbalanqué. Solo por un prodigio y su transformación.

Capítulo XIV

En este Capítulo final Hunahpú e Ixbalanqué revelan sus nombres y su procedencia. Los señores de Xibalbá les piden clemencia y ellos les anuncian que serán eliminados.

Los señores siguieron rogando compasión hasta que finalmente los hermanos decretaron su sentencia: A partir de ese momento su estirpe sería rebajada. Ya no iban a someter a los hombres sino que se dedicarían a la alfarería. Aquí comenzó la decadencia de este imperio.

Mientras tanto, la abuela en su casa observaba las cañas que sus nietos habían plantado en el patio el día de su partida. Estas se habían secado y retoñado en varias oportunidades y ahora lucían verdes y vigorosas. La abuela estaba feliz y dejó de llorar por sus nietos.

Hunahpú e Ixbalanqué honraron a sus padres vengando su muerte.

Luego los hermanos ascendieron al cielo. Uno tomó el lugar del sol y otro el de la luna. Entonces se iluminó la bóveda celeste.

Luego subieron también los cuatrocientos jóvenes que había matado Zipacná y se convirtieron en estrellas.

Fin

Tercera Parte

La tercera parte del Popol Vuh provee noticias acerca del origen de los pueblos indígenas de Guatemala. También se describen los reyes que gobernaban la región, las migraciones y la destrucción de los pequeños pueblos queno aceptaron someterse al dominio quiché.

Bibliografía: Popol Vuh- Las antiguas historias del Quiché.

Traducción: Adrián Recinos

Editorial: Fondo de Cultura Económica, México.

por Mirta Fernandez