Después de mucho batallar, los romanos habían derrotado a los etruscos. A pesar de la victoria, no todos estaban conformes con la nueva forma de gobierno ya que algunos añoraban el sistema monárquico., sobre todo un grupo de jóvenes que pretendían que Tarquinio regresara al trono y para ello tramaban una conspiración.
Los rumores de golpe de estado llegaron a oídos de Bruto, que inmediatamente mandó arrestar a los conspiradores. Cual fue su sorpresa al ver que dos de sus hijos formaban parte de los implicados.
Cuando el tribunal mostró las pruebas de culpabilidad, Bruto se ganó el respeto y la confianza del pueblo haciendo ajusticiar a sus propios hijos.
Tarquinio, el instigador, al enterarse del fracaso, buscó aliarse con Porsena. El poderoso rey de los etruscos, que con su magnífico ejército corrió a atacar la ciudad de Roma.
Por suerte, Roma estaba rodeada de murallas y gracias a ella pudo resistir el asedio durante mucho tiempo.
Cuando los etruscos levantaron el campamento, los romanos intentaron salir fuera d la muralla para quebrar el cerco etrusco, ya que si no lo hacían tarde o temprano tendrían que rendirse.
Los etruscos, que estaban muy bien pertrechados, rechazaron el ataque y persiguieron a los romanos hasta el puente del Tiber. Este puente era de vital importancia para los romanos. Construido de madera, era el lugar por el cual podían ingresar los soldados, los víveres y el armamento.
Los etruscos deseaban apoderarse de él y así garantizar su victoria.
Horacio Cocles era un hombre muy valiente. Su misión era custodiar el puente de vital importancia para la ciudad de Roma. Cuando Cocles vio que los romanos eran perseguidos por los etruscos rumbo al puente.
Tomó al primer grupo que llegó y les reprochó:- ¿No tienen vergüenza de haber abandonado su puesto de combate? ¿No se dan cuenta que si los etruscos toman el puente estaremos perdidos para siempre?
Y luego les ordenó destruir el puente antes que cayera en manos enemigas.
Les repartió hachas, sierras, palancas y toda clase de herramientas disponibles y los animó a trabajar a gran velocidad ya que el enemigo se encontraba cerca.
El mismo salió a pelear contra los primeros que se acercaron y al ver su valor Espurio Marcio y Tito Arsemio se le unieron en la lucha.
Los tres lucharon cuerpo a cuerpo como tres héroes contra los troyanos, Justo cuando sus hombres le avisaron a los gritos:- ¡Corre Cocles! ¡El puente se cae.!- Horacio continuó combatiendo hasta caer al río junto con las maderas del puente destruido.
Mientras caia, le pidió al dios del río Tiber que lo recibiera en su lecho, presintiendo que había llegado su hora final.
Su pesada armadura era un lastre que lo arrastraba hacia el fondo y le impedía flotar, pero luchó contra la corriente con todas las fuerzas que le quedaban y finalmente logró llegar a la costa.
Horacio Cocles fue aclamado como un héroe y sus conciudadanos le rindieron toda clase de honores. El senado romano lo distinguió por su valentía y coraje como a sus otros dos valientes compañeros.
Después de lo ocurrido, Porsena tomó la decisión de rodear la ciudad hasta que los romanos, al quedar aislados, se rindieran a causa del hambre.
Cuando la situación en la ciudad de Roma se hizo desesperante, hizo su aparición otro valiente: Mucio Escevola. Mucio ideó un nuevo plan: Infiltrarse en el campamento etrusco y matar a Porsena.
Mucio, entonces, se disfrazó, cruzó a nado el rio Tiber por la noche con un puñal en la cintura y se introdujo en el campamento etrusco.
De este modo pudo pasar desapercibido y observar lo que ocurría. Mucio no conocía a Porsena, y, cuando vio a un hombre que daba órdenes a viva voz y todos le obedecían al instante, pensó que era Porsena. Sin meditarlo dos veces, se acercó y le clavó el puñal en el pecho hasta matarlo.
Mucio se vio rodeado de soldados etruscos que lo redujeron y lo llevaron ante Porsena que furioso lo increpó a los gritos:-¿Quién eres tú? ¿De dónde has salido que nadie en el campamento te conoce? ¿Porqué has matado a mi más fiel colaborador?
Mucio escuchó todas estas preguntas con temor, pero luego con voz firme y decidida exclamó:- Mi nombre es Mucio, soy romano y mi propósito era matarte, lamentablemente, cometí un error y maté al hombre equivocado, -y agregó- puedes matarme si quieres, pues no tengo nada que perder, ya que moriría de hambre de todas maneras, Si yo no pude lograrlo hay otros dispuestos a hacerlo y alguno de ellos lo logrará.
Porsena, montó en cólera y lo amenazó con torturarlo si no le decía quienes eran esos dispuestos a asesinarlo.
Pero Mucio, cada vez más envalentonado le replicó:-No temo a la tortura. El cuerpo no tiene ninguna importancia para el que desea la inmortalidad –y, acercando su brazo a una hoguera que ardía junto a ellos, dejó que el fuego lo quemara sin quejarse.
Porsena se llenó de admiración ante la actitud de ese valiente joven y dijo:-Quedas libre, Mucio. No puedo cebarme en un hombre tan valiente
Mucio respondió: Con benevolencia conseguirás mucho más que con amenazas. Hay más de trescientos hombres que han jurado matarte. Alguno lo logrará.
Mucio volvió a Roma donde fue recibido con honores .Su mano derecha quedó mutilada por las quemaduras recibidas y desde entonces le pusieron el apodo de Escevola que quiere decir zurdo.
Porsena, quedó muy impresionado con lo ocurrido y envió una embajada a Roma para firmar la paz