Por causa del sitio, tanto galos como romanos comenzaron a padecer el hambre. Los romanos estaban cansados y abatidos tratando de defenderse y en el campamento galo se propagó la peste, una enfermedad altamente contagiosa y mortífera.
Entonces, los romanos decidieron ofrecerles 1000 monedas de oro para terminar con el asedio. El jefe galo aceptó ya que para ellos la situación también estaba complicada.
Cuando llegó el día de pago, los astutos galos lastraron las pesas y la suma se elevó mucho más de lo pactado. Los romanos protestaron, entonces el caudillo galo, colocó su espada sobre las pesas para equilibrar el pago mientras exclamaba. ¡Ay de los Vencidos!
Mientras se estaba pesando el oro, apareció Camilo con refuerzos y aplastó las tropas galas.
Camilo fue nombrado dictador a los ochenta años y aclamado Segundo Fundador de Roma. Pero debido a una grave enfermedad que lo llevó a la muerte no pudo terminar su mandato.