Después de la conspiración y muerte de Servio Tulio, Tarquinio se instaló en el palacio. Ambicioso, cruel y despiadado, utilizó todo su poder para deshacerse de todos sus opositores, ejecutándolos.
Se apropió del patrimonio de todos aquellos que envidiaba y muy pronto le colocaron el apodo de Tarquinio , el soberbio.
Con su esposa Tulia, tuvo tres hijos. El menor, de nombre Sexto, tenía su mismo temperamento belicoso. Junto a él. Tarquinio derrotó y humilló a muchas ciudades, pero no pudieron con Gabies, ya que sus habitantes combatieron valientemente a los romanos. Sexto, entonces, les tendió una trampa: Se presentó ante ellos diciendo que se había peleado con su padre y les pidió ayuda para derrotarlo.
Los Gabies, confiaron en sus palabras y lo pusieron a Sexto al frente de su ejército.
Sexto, que estaba arreglado con su padre, le envió un mensaje secreto y esperó la respuesta.
Tarquino, subió a lo alto de su palacio e hizo cortar todas las flores y plantas del mismo. Esa era la señal esperada. Sexto hizo matar a todos los jefes y personas importantes e influyentes de la ciudad.
De este modo los Gabies no tuvieron otra opción que rendirse ante el poderío romano.
Después de tanto batallar, Tarquinio finalmente logró conseguir la paz. Luego, quiso cambiar su imagen belicosa y mandó terminar el templo dedicado al dios Júpiter en el Capitolio, que había comenzado su padre. A ese efecto contrató a los mejores arquitectos, constructores y artesanos etruscos. Los pobres del pueblo se entusiasmaron ante esta iniciativa y colaboraron aportando su trabajo. Allí , una vez más, Tarquinio mostró su verdadero rostro. Aprovechando la situación mandó a los pobres a construir carreteras, puentes, murallas y acueductos. El entusiasmo de los pobres se desvaneció y la alegría se convirtió en tristeza y odio,ya que se vieron sujetos a la esclavitud.
Mientras tanto sucedió algo muy peculiar: Cuenta la leyenda que un día apareció una anciana muy respetada en el palacio y le ofreció a Tarquinio nueve libros misteriosos, que según ella eran muy útiles para conocer el futuro de su linaje.
Tarquinio, que era muy perspicaz le dijo:-Quiero verlos, muéstramelos.
La anciana le contestó: -Si los pagas, los verás. Y le pidió una suma exorbitante por ellos.
Tarquinio, rápidamente respondió:- Puedes irte porque no pienso pagar esa suma.
La anciana se fue, pero regresó al día siguiente y entonces le ofreció seis libros por la misma suma, diciendo que había quemado a tres.
Tarquinio volvió a echar a la anciana.
Tarquinio comenzó a investigar acerca de la anciana y sus asesores le dijeron que era una antigua Sibila. Una mujer elegida por los dioses para interpretar y transmitir sus mensajes.
Al día siguiente, la anciana se volvió a presentar ofreciendo solo tres libros y pidiendo la misma suma.
Tarquinio, compró finalmente los tres libros pagando el precio estipulado.
Esos libros fueron conocidos como los libros Sibilinos. Fueron guardados en un lugar secreto del templo de Júpiter llamado el Santo Santorum y solo se consultarían si Roma peligraba.
Si bien este asunto logró inquietar a Tarquinio, mucho más preocupado y sorprendido quedó cuando una serpiente apareció en el salón del Trono del palacio. Buscó a sus adivinos para que le explicaran el significado de semejante visita, pero ninguno sabía que decir.
Como no obtuvo ninguna respuesta y convencido de que tenía alguna relación con el futuro del trono, envió a dos de sus hijos y a su sobrino Junio Bruto a consultar a la famosa pitonisa de Delfos con la siguiente pregunta: ¿Cúal será el próximo rey de Roma? La pitonisa respondió: El primero de los tres que bese a su madre será el próximo rey de Roma.
Los dos hermanos salieron corriendo para ser el primero en besar a su madre. Junio Bruto, que era más tranquilo, al tratar de alcanzarlos, tropezó y cayó estrepitosamente al suelo tocándolo con los labios.
Al instante comprendió que la verdadera madre es la tierra y que su destino era ser el próximo rey. Todo esto lo mantuvo en silencio para no ser objeto de venganzas.
A pesar de la calma de Bruto, una serie de acontecimientos aceleraron el proceso, porque Sexto, se enamoró perdidamente de la mujer de bruto, llamada Lucrecia. Quiso obtenerla por la fuerza, pero ella se defendió de sus avances valientemente.
Sexto era muy perverso y pronto armó un malvado plan: Aprovechando que Bruto estaba lejos de la ciudad, amenazó a Lucrecia de este modo:-Serás mía hoy. Si no lo haces, mataré a un esclavo y lo pondré en tu cama. Luego diré que lo maté para vengar el honor de mi primo. De este modo, Sexto pudo doblegar la resistencia de Lucrecia.
Cuando Bruto regresó, Lucrecia desconsolada por haber sido forzada a traicionar a su esposo, y en presencia también de su propio padre, relató lo ocurrido y luego sin que pudieran detenerla se clavó un puñal en el corazón, muriendo en forma instantánea.
Bruto tomó a su esposa muerta en sus brazos, le arrancó el puñal y lleno de ira exclamó:- se acabó. Basta de fingir y disimular. De ahora en más no descansaré hasta que el rey, su mujer y toda su familia se vayan del trono. Usaré todas las armas que tenga a mi alcance para lograr este propósito.
El pueblo romano se congregó al enterarse de lo ocurrido con la pobre Lucrecia, Bruto los animó con sus palabras, y el pueblo que ya estaba muy cansado de la tiranía de Tarquinio, lo expulsó de Roma junto al resto de su familia.
Bruto fue aclamado como libertador, pero no quiso ser rey.
La ciudad fue entonces una República gobernada por dos Magistrados llamados Cónsules, elegidos cada año. Uno de esos cónsules fue Bruto.